Villanos de Videojuego: Vaas Montenegro y Pagan Min, saga Far Cry

Entre locos y narcisistas llueven balas, muere gente… diversión a raudales

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Aventurarse en este artículo supone asumir las consecuencias de poder recibir información en forma de spoilers que puedan afectar a la experiencia de juego tanto en Far Cry 3 como en Far Cry 4. Por otra parte, no hacerlo, supondría poder incurrir en una ofensa hacia Vaas y Pagan, y tampoco es cuestión de provocar que ninguno de ellos nos ponga en su lista negra, una lista de la que solo hay una manera de salir, muriendo o matando.

Entre nuestros enemigos jurados de los videojuegos hay algunos que despiertan odios acérrimos, otros simpatías, otros admiración, pero pocos te dejan con una sensación de sentimientos encontrados como los dos que han protagonizado las dos últimas entregas de la saga Far Cry. No sabes si invitarles a un café en tu bar favorito, dejar que te hagan una ruta turística por sus tierras o meterles de cabeza en un manicomio y tirar la llave a un pozo muy profundo. Vaas y Pagan te harán sentir como si fueras su mejor amigo, un primo con el que jugabas en el parque en la infancia o un jefe agradecido por el trabajo que realizas cada día pero si pueden te meterán una bala entre ceja y ceja y les dolerá, les dolerá mucho, hasta que encuentren a otro “amigo” al que darle un paseo y les dé un motivo para volver a apretar el gatillo.

Una isla paradisiaca donde encontrar una diversión de muerte

Vaas: “¿Te he contado, alguna vez, cuál

es la definición de locura?

La locura…es… es hacer exactamente

la misma mierda una y otra vez.

Y esperar que algo cambie. Es de locos…

La primera vez que alguien me lo dijo

creí que se estaba quedando conmigo

así que, BUM, le dispare.

En realidad, vale… tenía razón.

Empecé a notarlo en todas partes.

Mirara donde mirara, todos estos capullos,

en cualquier parte hacían exactamente la misma mierda,

una y otra, y otra, y otra, y otra vez.

Y pensaban: ‘Esta vez será diferente’,

‘¡No, no, no, no, no, venga! Esta vez será diferente’

Lo siento. ¡No me gusta como… me estas mirando!

¿Vale? ¿Tienes algún problema en la cabeza?

¿Crees que me estoy quedando contigo? ¿Qué te miento?

¡Que te jodan! ¡Vale! ¡Que te jodan!

Vale, tío. Voy a relajarme. Voy a relajarme.

La cuestión es vale… La cuestión es que ya te mate una vez.

Y yo no soy ningún puto pirado.

Está bien… Todo eso ya es agua pasada…

¿Sabes cuál es el significado de locura?”

Si, Vaas Montenegro está loco, muy loco. No sabes si cuando te mira con esos ojos desencajados lo hace sintiendo compasión o disfrutando con las maldades que por su mente pasan acerca de lo que podría hacerte. Está desquiciado, enfermo demente, es sádico y violento. Una concatenación de circunstancias que muchas veces le hacen perfectamente imprevisible ante cualquier situación. Se muestra inestable e impulsivo durante la mayor parte de su desempeño en el juego pero nos deja una sensación de aprecio mientras nos narra sus planes, haciéndonos partícipes de sus enrevesados pensamientos. En otras circunstancias no tendríamos inconveniente en aceptarle como parte de nuestro equipo, si necesitáramos invadir un país o asaltar una fortaleza machete en mano, sabedores de que su simple presencia es capaz de aterrorizar a cualquiera que se cruce en su camino.

Su aspecto en general, presidido por su mirada penetrante que te atraviesa por completo como una afilada daga ceremonial, la forma que tiene de moverse, tan errática y a la vez tan contenida, a punto de desatar toda su ira irracional, da igual que sea contra un objeto o una persona. Su cresta a lo mohicano y una barba nada descuidada y sin la parte del bigote, como un tridente que nace de su barbilla a modo del que podría portar el mismo demonio, aparece en contraposición a su vestimenta raída y llena de manchas, así como las manos ensangrentadas cuando no duda en torturar o llevar el dolor a su víctima de turno. Y encima es nuestro secuestrador, el que nos ha sacado de esa parte paradisiaca y utópica de la isla turística donde hemos decidido corrernos una de las mayores juergas de nuestra vida, con consecuencias más que funestas para aquellos a los que amamos. Tomando nuestro lugar como Jason Brody nos tendremos que enfrentar a la mayor pesadilla que nunca tendremos.

El secuestro afecta también a nuestro propio hermano, Grant, pero no lo hará durante mucho tiempo pues va a servir para presionar a nuestro acaudalado padre sobre la determinación a tomar, pagar por el único hijo que le queda o asumir la muerte de ambos. El problema también incluye a nuestros mejores amigos e incluso a la mujer por la que mostramos ciertos sentimientos afectivos, también participes de la aventura como rehenes en un principio y como un grupo del que cuidar mientras resolvemos nuestras cuentas pendientes y les vamos rescatando de manos de sus captores, aunque no siempre con un resultado del todo satisfactorio.

Acabar con él va a suponer un punto de inflexión en nuestra vida, tan grande que nos va a llevar a abrazar también un punto de locura, llevar nuestro cuerpo al límite, desarrollar destreza en el combate y vernos inmersos en un drama incluso familiar con la intervención de la hermana de Vaas, Citra, una sacerdotisa de un culto ancestral cuyo poder reside en los tatuajes que vamos incorporando a nuestra piel. Todo para enfrentarnos al verdadero villano, Hoyt, del que Vaas solo es un secuace con cierto rango, aunque su presencia en el juego sea mayor que la del poderoso señor de la trata de blancas, el tráfico de drogas y el de armas.

La muerte de Vaas está sujeta a una gran controversia pues sucede durante un estado en el que vivimos prácticamente una alucinación en la que acabamos apuñalándole. Lo más seguro es que haya muerto bajo nuestra propia mano, pero como el propio juego nos muestra al final, su muerte habría tenido lugar por un disparo por la espalda mientras estamos en la propia ensoñación. Nadie le echará de menos, ni su propia hermana. Solo nosotros le recordaremos y su intimidante presencia nos acompañará para recordarnos lo mucho que nos hizo padecer, algo que le llevó a subir a esos altares donde los jugones ponemos a los enemigos que nos las hicieron pasar canutas y a los que disfrutamos dando un billete de ida hacia el más lóbrego de los infiernos. Lo peor es que Vaas está obsesionado con la muerte y tiene la convicción de que tras su fallecimiento se reencarnará en otro cuerpo, llegando incluso a creer que es una especie de deidad.

Montañas, templos y fortalezas… un entierro complicado

Tener una infancia que te marque para toda la vida puede forjar el carácter y la personalidad de todo hombre y mujer, sean buenas o malas personas y si a ello le añadimos una tormentosa relación amorosa que deja una cicatriz casi incurable en el fondo del corazón y de la mismísima alma podemos encontrarnos con el caso particular de Pagan Min. No solo se crió en un ambiente de mafias como hijo de su padre, un capo de la droga en el Triángulo de Oro del sudeste asiático sino que vivió una bella historia de amor de la que guarda un gran recuerdo aunque el dolor permanezca como un remanente punzante que le recuerda lo que pudo haber sido y no fue.

Llegaremos a él siendo el hijo de Ishwari, Ajay Ghale, la mujer de su vida, a la que amó y aun sigue amando pese a ser conocedor de la traición que se gestaba. Pagan Min, gobernante de Kyrat, el imaginario país montañoso ubicado en las inmediaciones de la cordillera del Himalaya, nació en Hong Kong y ya en edad adulta aprovechó el descontrol existente en un estado fallido como era Kyrat para hacerse con el control y prácticamente reinar como en el siglo XVII lo haría un monarca absolutista. El tráfico de drogas le surte de la fortuna suficiente para mantener un pequeño imperio privado en el que someter a una población eminentemente campesina que poco o nada puede hacer ante la fuerza de un ejército armado.

Solo la resistencia protagonizada por el grupo la Senda Dorada será oposición a sus designios pero no será hasta la llegada de Ajay hijo de Mohan, antiguo líder de los rebeldes, que las tornas tendrán visos de ir cambiando poco a poco. Pagan no ve a Ajay como una amenaza, de hecho aprecia al hijo de Ishwari y le gustaría que se sumase a su causa y ocupase un lugar a su lado, solamente por la devoción que sentía por ella. Su mayor deseo sería concederle su último deseo y que reposasen sus cenizas junto a los restos de Lakshmana, lo que durante toda la trama parece referirse a un lugar en realidad hace alusión a la hija que Ishwari y Pagan tuvieron en común, fallecida a muy tierna edad.

Toda esta tragedia que se cierne sobre Pagan Min justifica en parte la actitud que muestra hacia sus enemigos y hacia ese pueblo que ni siquiera es el suyo. No le importa absolutamente nada la gente, solo el círculo interno del que se rodea, otros hombres y mujeres despiadados con los que poder expresar su vena psicótica en lugares de Kyrat tan significativos como la Casa del Dolor. No tolera la ineptitud ni la insubordinación y no duda en aplicar personalmente correctivos que llevan a la muerte si advierte de un comportamiento equívoco en alguno de sus subordinados. Es narcisista y muy extravagante vistiendo, puede considerarse un amante de la moda aunque eso no quiere decir que goce de buen gusto a la hora de elegir sus vestimentas. Se gusta, es directo y muy seguro de sí mismo. Tiene convicción en lo que hace y no cree que los dos dirigentes de la Senda Dorada que se disputan el poder de manera interna, Sabal y Amita, puedan ser mejor que él a la hora de dirigir Kyrat.

Al final de la historia podremos elegir entre dar muerte al dictador o dejarle con vida, decisiones que nos harán llegar a diferentes finales del juego en los que podemos descubrir parte del pasado de nuestra madre y nuestro padre en relación con Pagan Min. Prácticamente nos encontramos con un enemigo que bien podría haberse convertido en nuestro padre lo que forja un lazo afectivo entre los protagonistas de este drama en el que vemos como Pagan tiene dos caras muy bien diferenciadas, fruto de las circunstancias que le ha tocado vivir y de unas huellas que no le hemos provocado nosotros en particular, que las arrastra desde mucho tiempo atrás.

Vaas y Pagan, Pagan y Vaas, dos villanos que comparten una cosa, nos despiertan sentimientos contradictorios, pero sobre todo una sensación de pesar pues, en cualquier otra circunstancia, podían haber sido buenos amigos, aliados de nuestra causa, personalidades extravagantes que, dejando la locura a parte, les dota de un magnetismo especial, de un carisma extraordinario y nos dan unas ganas de presenciar su final de la misma forma en que se comportaron en vida, sufriendo la crueldad que infligieron a tantos y tantos inocentes y otros que sin serlo tanto no esperaron ver como una pistola se colocaba en su sien para después morir a culatazos o cosidos a balazos. Villanos que marcan un listón muy alto a los futuros contendientes que podamos encontrar en la saga. Pero si Ubisoft lo ha conseguido estas dos veces no tenemos motivos para desconfiar de que lo hagan una tercera.

¡Queremos saber tu opinión!

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1 comentario

  1. En su momento me parecieron dos personajes increíbles, de lo mejor de ambas entregas. Particularmente me quedo con Vass, porque el malo de FC4 en ocasiones me parecía muy forzado, pero aún con ello la verdad que es un personaje cojonudo.

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