Análisis

Hace más de una década, hubo un mod que marcaría una era. Luego de que Half-Life, por allá en 1998, representase una cumbre en los videojuegos, llegó Counter-Strike, otra cima más. De dicha modificación surgió otra: Team Fortress, obra que gozaba de una diversión de pocos precedentes con explosiones por doquier entre dos equipos; una oda a la simpleza destructiva. Años después, en 2007 y con Valve a la cabeza, nació Team Fortress 2, un producto único en su existencia que, en términos de entretenimiento, pocas obras pueden hacerle frente.

No caben dudas en que Valve domina el sector multijugador con una eficacia incomparable, albergando dentro de sus filas dos de los videojuegos más jugados simultáneamente y con mayor número de seguidores en los tiempos que corren: DotA 2 y el ya mencionado Team Fortress 2. Ambos, además de dicha relación, guardan la similitud de que no poseen un argumento propiamente dicho, sino que simplemente se basan en sus mecánicas y, de forma mucho menor, en el contexto que se forma alrededor de cada personaje de la respectiva obra.

Team Fortress 2, en ese sentido, carece de la complejidad, variedad y capacidad del lore –contexto argumental de una obra– que tiene Defense of the Ancients 2, puesto que se centra casi completamente en lo que a su jugabilidad se refiere. Cada personaje jugable, al igual que los dos únicos equipos existentes en el juego (BLU y RED), contienen su trasfondo histórico dentro del mundo del videojuego, mas se hace muy escasa mención a ellos y todo se remite a ciertas teorías y unificaciones de productos ajenos al juego en sí como cómics, vídeos proporcionados por la compañía, ínfimos detalles en ciertos mapas… Muy poco, por no decir nada, se encuentra jugando al título, algo que se deja en claro desde el mero comienzo del juego. Sin embargo, esto no resulta una birria, ya que en ningún momento este título toma una posición pretenciosa intentando introducir argumento donde no lo hay, aumentando el foco principal en la diversión que proporciona y atrayendo a un público que sí o sí sabe qué se encontrará a la hora de jugarlo.

A pesar de contar con un elenco no muy vasto, Team Fortress 2 posee una vida tan longeva gracias a la inexistencia de la monotonía, similar a lo que sucede con DotA 2. Se jacta de una variedad indescriptible de partidas que generan dos situaciones: primero, nunca sentirás que juegas una partida similar a otra y, segundo, difícilmente te aburrirás. Si desde un principio agrada al usuario, puede tener por seguro que, como pocos títulos, las horas de entretenimiento que Team Fortress 2 otorgará resultan incalculables pero, al mismo tiempo, si al comenzar no agrada la premisa de la obra, poco o nada hay que hacer ya que no cambia en demasía su estructura con el pasar de las horas, sólo le da toques distintos a través de muy buenas y equilibradas mecánicas.

Uno de los puntos más a favor con los que cuenta TF2 para no ser monótono es el abanico de modalidades que posee en su haber. El juego no consta de únicamente asesinar a tu enemigo, sino de cumplir con ciertas pautas para salir avante en cada ronda dependiendo del modo de juego escogido. Están aquellos que constan de capturar varios puntos para lograr la dominación de un mapa, o empujar un carro a través de una localización entera consiguiendo tiempo tras alcanzar ciertos puntos, capturar la bandera… Team Fortress 2 es un shooter muy distintivo en todo sentido, y sus modos de juego son prueba de ello. Cada partida constará del mismo fin pero, junto a la mencionada variedad, cada jugador y cada combinación de personajes, tanto enemigos como aliados, hacen que cada vez sea una experiencia distinta y, ante todo, divertida.

A esto, sin lugar a dudas, hay que sumarle otra de las máximas basas del juego: los objetos. A diferencia de DotA 2, los objetos que encuentras en este juego sí tienen impacto jugable. Mayor daño, mayor velocidad de cambio de arma, efectos especiales, cambios estéticos… Muchos son los aspectos que cambian el tener un armamento distinto al estándar, lo que resulta disonante en relación al hecho de que es un Free to Play, corte de títulos en donde, al menos utópicamente, no debería haber ventaja alguna por parte de ningún jugador pagues o no, mas aquí se toma un giro distinto y que equilibra la balanza considerablemente. Si bien los objetos conseguidos, sea por cumplir los logros de Steam, por obtenerlos aleatoriamente al jugar o pagando por las cajas de objetos y, consiguientemente, por su respectiva llave, cada uno otorgará mejoras y desmejoras por igual. Podrá darte mayor daño, pero menor capacidad de munición; mayor velocidad, pero no poder cambiar el arma si no asesinas a alguien con ella; ataques más potentes, pero menor velocidad de movimiento. Dependiendo de la clase –ya que cada una cuenta con armamento diferente, algunas con habilidades especiales únicas-, las ventajas y desventajas van a variar pero, en ese sentido, Valve ha intentado fomentar tanto el equilibrio como el jugar por horas y horas al título para conseguir nuevos objetos, siendo una característica fundamental en la variedad de la obra y, de igual manera, en su longevidad.

Claro está, el que cada clase posea armas, roles y habilidades distintas aportan de sobremanera a que el juego sea tan heterogéneo entre partidas. Hay un médico para curar a los aliados, un ‘tanque‘ con una gran cantidad de vida para absorber la mayor parte del daño, un ingeniero para construir torretas, centros de abastecimiento o teletransportadores, un espía que es capaz de hacerse invisible y disfrazarse como el enemigo, al igual que destruir las construcciones del ingeniero… Cada clase cumple con un trabajo –que puede modificarse, claro está, no necesariamente hay que seguir un estricto modo de juego-, influyendo así mucho el trabajo en equipo para poder salir victoriosos en cada ronda.

Los mapas, variopintos en su haber, también tienen gran relevancia en términos jugables. Si bien no disponen de ventajas para una u otra clase, sí que existen tácticas que, directa o indirectamente, pueden representar la victoria para un equipo si éste sabe desarrollarse bien dentro de ellos. Conocer los pros y contras de cada clase, al igual que ser capaces de analizar el entorno en donde nos encontramos, son puntos clave en un juego que, si bien parece ser sólo atenta contra cualquier ser viviente del color enemigo, es más que únicamente disparar. Team Fortress 2 es, al igual que muchos otros, un título en donde aprender a jugarlo y saber de él se torna sencillo, mas dominarlo es una ardua tarea de proporciones bíblicas.

Distando de un shooter genérico sin más, no caben dudas que en esta obra se va bastante más allá de cualquier premisa similar. Las clases, un buen equilibrio de éstas en un equipo, el conocer los puntos débiles de todas para poder vencer al rival, acostumbrarse a los pequeños detalles que se hallan fuera de las mecánicas básicas para obtener ventajas, saber cuáles son las metas de cada modo… Team Fortress 2 no es un juego de pensar pero hay muchos motivos para reconocer que tampoco es sólo disparar. Junto a su estilo completamente icónico y singular, no caben dudas en que destaca por una jugabilidad tan simple como complicada, tan directo como enrevesado y, ante todo, tan sencillo como adictivo.

Otro de las peculiaridades más llamativas de Team Fortress 2 es, notablemente, su estética. Más allá de cómo se ve, es en realidad su estilo el que lo hace destacar y ser diferenciado de entre los demás –claro está, junto a todo lo mencionado en los párrafos anteriores-. Con una visualización medianamente cartoon, con un humor único y bien determinado, el apartado gráfico del título, de forma simple pero contundente, resulta muy atrayente. No ostentará una calidad que, en términos estrictamente gráficos, sobresalga en demasía o detalle hasta el último rincón; pero lo que sí posee, y le sobra, es esa apariencia distintiva palpable con cada paso que se da. Ya sea por los mapas tan variados e, incluso, rebuscadamente hilarantes y bien construidos, por el diseño inconfundible de los personajes o por una cinestesia que se siente tanto que se percibe hasta fuera de las propias partidas.

En este sentido visual, añadido al tecnológico, TF2 guarda gran cantidad de similitudes con DotA 2, dicho esto en relación a sus pros y sus contras. Gran dirección artística, estilo inconfundible, modelados bien ejecutados… características que hacen de todo este entorno una sumatoria total bien desarrollada aunque, en el caso del título que aquí nos trae, con problemas más considerables. De las falencias destacan, sin duda alguna, dos en especial: unos bajones terribles de frames junto a pantallas de carga con una duración increíblemente extendida. En relación al ya múltiples veces mencionado MOBA, es una desmejoría, pero resulta un caso diametralmente opuesto en lo que a banda sonora se refiere, ya que ésta sí que posee una variedad y calidad que se hace sentir en todo momento estemos jugando o no. Valve siempre ha ostentado un nivel sonoro de gran nivel y aquí no sólo lo presenciamos a través de la música sino, también, por los efectos y el doblaje.

Team Fortress 2 es, a muy resumidas cuentas, adicción. Con gran complejidad disfrazada de simpleza, con enorme duración y vida a sus espaldas oculta por mecánicas sencillas, con un estilo único y más que demarcado, estamos ante una de las obras insignia de Valve, otro ejemplar de cómo llevar a cabo un producto entretenido, accesible para todos y, ante todo, muy bien realizado. Horas de diversión, humor simplista y sangre por doquier son varios de los aspectos que nos aguardan en una de las experiencias multijugador más recomendables de toda la pasada generación, una obra que, como pocas, realmente se hace querer.

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