Análisis

Raven Software, creadores de Quake 4, bajo la distribución de Activision, hicieron acto de aparición en 2010 con una obra cuya mayor característica se halla en su nombre: singular. Pasando desapercibido a lo largo de los años, Singularity es uno de esos títulos que, simple y contundentemente, logran maravillar a aquel que tenga la dicha de incursionarse en la aventura que propone. Una historia sublime y una jugabilidad con aires conocidos pero de estilo único son las dos mayores basas sobre las cuales se ciñe un videojuego recomendado para todo tipo de jugador, siempre y cuando guste de una experiencia sobresaliente.

Singularity propone una historia explicada con lujo de detalle –de complicado, enrevesado y maravilloso detalle– en dos líneas de tiempo distintas: 1955 y 2010, siendo esta última la actualidad. El plano mayoritario sobre el cual se desarrolla todo el argumento es el de la Guerra Fría y de la enemistad posterior a ella entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Las ansias de poder de una y otra potencia para hacer que su adversario se postre ante ellos los llevan a, como bien dictamina la historia, comenzar a experimentar con armamento nuclear y demás elementos repletos de radiación. El contexto de la obra comienza en la primera fecha de las mencionadas, pero el entretiempo entre ambos años, al igual que los sucesos desarrollados en los tiempos que corren durante el título, nos llevarán a descubrir una historia asombrosa.

El juego en sí comienza con una cinemática introductoria en la cual nos hallamos nosotros, Nathaniel Renko, soldado de las fuerzas especiales de Estados Unidos, junto a un similar llamado Devlin, en un helicóptero rumbo a Katorga-12, isla soviética a la cual se nos manda a explorar un gran índice de radiación descubierto por un satélite norteamericano. No tomará mucho tiempo para que Singularity nos haga ver su imponencia gracias a una magnánima estatua sumida en el mar con uno de los reconocidos símbolos del comunismo, la hoz, siendo una pequeña y sútil pero perfecta representación de lo que presenciaremos en todo el argumento. Todo se complica cuando el vehículo cae a la isla debido a una explosión electromagnética, forzando a ambos individuos a hacerse paso en la misteriosa y no tan deshabitada expansión de tierra. El mundo detalla que en Katorga-12, en 1955, se descubrió un elemento radioactivo con un poder sin igual: el E99, pero que extraños sucesos causaron el cese de las investigaciones y a la desaparición de toda información por parte del gobierno ruso.

Nosotros, por nuestra parte, tenemos la misión de descubrir cuáles son los secretos que oculta la isla. Tras poco tiempo, nos daremos cuenta de que Katorga-12 está repleta de incertidumbres –una de ellas llamada Demichev, máximo líder de las fuerzas soviéticas y principal antagonista del juego– más allá de los múltiples saltos temporales por los cuales tendremos que pasar para entender el pasado y el futuro, al igual que, en cierta forma, cambiar ambos. A medida que avanza la trama, nos podremos percatar de que el juego consta con una magnífica narrativa haciendo uso de diálogos, grabaciones, mensajes en las paredes y un guión propiamente dicho que de forma directa es sublime. Se destaca de igual manera que, y no sólo en la historia, Singularity bebe en demasía de BioShock, logrando hacer un mundo que transmite sensaciones muy similares pero con un estilo distinto, haciendo de él una aventura asombrosa. Incluso, en relación a los saltos temporales posee mucha similitud con el destacable BioShock Infinite, al menos en términos de paradojas y de encajar las piezas del pasado con las del futuro al terminar el juego, aspecto que, sin lugar a dudas, resulta maravilloso y encaja a la perfección con el estilo de la obra.

Cuando hablamos de similitud, es similitud en serio. Existe, sin embargo, una leve pero muy importante diferencia entre inspiración y plagio, y Singularity hace uso de la primera respecto a las obras de Irrational Games. En ese sentido, podemos decir que las mecánicas se nutren tanto de los plásmidos –poderes sobrenaturales– como de los tónicos –mejoras pasivas– respecto a BioShock y del control del entorno a un placer casi total para poder desarrollar los desafíos mentales en muchas de las zonas y así avanzar que tan maravilloso fue en Half-Life. Que ambas obras hayan sido las musas del juego de Raven Software no es un secreto, al igual que tampoco podemos ocultar que han logrado un equilibrio entre inspiración y estilo único pocas veces visto, haciendo de la obra algo fuerte pero distinguido e irrepetible al mismo tiempo.

Así pues, y comenzando por las primeras relaciones mencionadas, en Singularity tenemos una muy buena capacidad de personalización. Ésto se debe a que podemos modificar cada una de las armas disponibles en el juegoalgunas usuales, algunas mucho más especiales, aunque todas entretenidas-, al igual que incorporarnos ciertas capacidades pasivas de mucha utilidad; todo gracias al E99, el cual funcionará como moneda de cambio para todas estas características. De igual manera, aquí entra el componente más importante, divertido y distintivo del juego: el DMT (Dispositivo de Manipulación del Tiempo) el cual nos otorga unas posibilidades jugables muy pocas veces vistas en un videojuego. Podemos, gracias a dicho equipamiento, manipular los objetos de nuestro alrededor así como a los enemigos, lo que involucra transformar soldados en mutaciones, ralentizar el tiempo, la capacidad de telequinesia, avanzar o retroceder el tiempo respecto a un elemento en específico para repararlo o destruirlo según convenga… las opciones, en ese sentido, son contadas pero la sumatoria de todas ellas, junto a otros aspectos mecánicos, hacen de cada batalla algo épico y diferentes entre sí. Cabe destacar que es el propio E99 que funciona como maná, haciendo de él uno de los puntos más importantes de lo jugable.

El DMT nos otorga un control inimaginable sobre el campo de batalla. Cabe aclarar que esto no implica necesariamente que el juego es sencillo, ya que no lo esla vida no es regenerativa, la munición y componentes para restablecer vida y E99 no abundan como se puede decir de otros títulos, los enemigos mutados resultan complicados en demasía y éstos sí que abundan, existen múltiples adversarios como suerte de jefes finales –otros sí son jefes finales propiamente dichos– que nos pondrán la situación muy tensa… Singularity no es difícil, pero en definitiva no es un paseo. Los momentos en los cuales, debido a falta de balas, vida y ‘maná’, se hará necesario correr mientras se recarga el E99, y hacer uso de ondas de choque o al menos usar el entorno a nuestro favor, será una constante atractiva ya que genera situaciones de tensión y emoción que, dada la estirpe del juego, le sienta bastante bien.

El videojuego requiere, en gran medida, de mucha atención a los pequeños factores. Una buena parte de él se basa en tácticas en donde la mente será clave, tanto en la batalla como fuera de ella. Dentro del combate será necesario, y bastante, analizar la cantidad de enemigos y el estilo de éstos. No es viable enfrentar a un mutante como se enfrenta a un humano, ya que ambos tienen puntos débiles y fortalezas distintas, las cuales debemos evaluar en función de nuestras habilidades para llevar a cabo las batallas de la mejor manera y salir avantes. Y, al menos fuera de los enfrentamientos, hay zonas a las que se acceden mediante el movimiento de objetos a través de la telequinesia del DMT o la activación y desactivación de componentes específicos para entrar a elevadores, portales, oficinas… Singularity, mucho más allá del FPS común en donde sólo los disparos y las armas gigantes cuentan, es un shooter asombroso, con grandes cualidades en su gunplay y mejores en su jugabilidad como conjunto total.

Entre las cualidades del DMT, aún en palabras de batalla, se encuentra el poder designar qué lugares estarán protegidos o no. Ésto se debe a que podemos deshacer y rehacer vidrios y parapetos, por mencionar dos ejemplos, para que los enemigos no se cubran y nosotros sí, todo dependiendo de lo que buscamos. Si bien suena como un factor ínfimo, realmente puede definir más de una batalla ya que aquí difícilmente se ganará con diferencia. Lo bueno de la obra, y probablemente lo mejor, es que es por todos estos “pequeños” aspectos que el juego logra un estilo tan diferente, puesto que permite al jugador ser imaginativo y adoptar una forma de juego completamente distinta a la de los demás. Es tu decisión si darle más importancia al TMD que a las armas, o viceversa, o si designar las mejoras a las defensas o al ataque y supervivencia, todo en el juego, incluso la historia de cierta forma, se presta para que sea el usuario quien le dé sentido, y eso aporta considerablemente al nivel de la obra.

Singularity resulta un híbrido de muchas creaciones, pero no hay duda que el nombre, a pesar de llevarlo por motivos argumentales, le queda bastante adecuado. Por más que pueda parecerse a tal videojuego y por más que beba de quién sabe cuántos vasos, lo de Raven Software es simplemente atípico, y en el mejor sentido que puede tener la palabra. Con sus propiedades ya antes vistas en otros años, sí, pero con una personalidad apreciada en muy pocas ocasiones. Una verdadera lástima que el marketing que tuvo el juego no fue tan grande como su calidad puesto que, caso contrario, estuviésemos hablando de una de las obras más punteras en popularidad dentro del género, puesto que en calidad ya lo es.

Entrando en territorio gráfico, decir que Katorga-12 entra en combate con Rapture no resulta tan descabellado. Obviamente queda en cada quién decir qué localización es mejor pero, comparando detalles, hablamos de dos lugares lúgubres, magníficos y únicos, que sobresalen por una inmersión muy pocas veces lograda y que no hace más que dar placer visual a quien las recorre. Lo cierto es que, distando de la comparación, la isla rusa es sublime en ambas fechas; una más destruida y deshabitada, oscura y llena de penumbra y tensión, mientras que la otra es más unificada, irradiando luz y población, pero ambas sobresalientes como pocas. Es que, incluso más allá de lo que vemos a simple vista, Katorga-12 se aleja de sólo verse bien sino que, gracias a los mensajes, grabaciones y pequeños detalles que indican lo sucedido en el complejo científico, logra hacernos sentir lo mismo que logró Rapture: un mundo ficticio, mas que se siente real.

Lo tecnológico pasa con más gloria que pena, ayudando así al título a lucir mejor. Haciendo uso del Unreal Engine 3, el producto alcanza un muy buen nivel de modelados y de efectos, siendo éstos los aspectos más relevantes gracias a su calidad, sobre todo los últimos ya que gozan de una variedad bastante distinguida. La IA, por su parte, destaca también por no ser incoherente y siempre apegarse a lo que se espera del enemigo –variando según su especie, por supuesto– a pesar de sufrir esporádicas fallas. Las texturas sí albergan una desdichada pena, usual en los juegos que utilizan el motor creado por Epic Games, aunque lejos de notarse en demasía y más de significar algo muy negativo para el acabado final. Asimismo, para lo sonoro aplica la misma oración: más gloria que pena. Buen doblaje al español, buenas voces originales, acertado y sincronizado uso de efectos y, eso sí, mucho más destacable, tremenda banda sonora. Singularity será recordado y alabado por muchos, muchos motivos y, si bien este párrafo no retrata ninguno de ellos, sí que aportan su grano de arena para hacer de la obra un título tan sólido como lo es.

El título a cargo de Raven Software representa tal vez no la mejor experiencia de la industria, pero sí una que no tiene comparación. Mejores o peores tal vez, pero ésta tiene un aire simplemente propio a ella. Un juego peculiar con la intención más positiva de la palabra saca a relucir una historia brillante, una narrativa soberbia, una jugabilidad despampanante y propia de los más grandes, una dirección artística con una Katorga-12 que sólo permite decir maravillas y un conjunto global ante el cual únicamente podemos ponernos de pie y aplaudir. No será perfecto, tendrá fallos considerables y que de una manera u otra manchen la experiencia, pero poco o nada podrán hacer en comparación a todas las benevolencias que el juego ofreceSingularity habrá pasado desapercibido como muchos pero, realmente, es único como pocos.

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