Asura’s Wrath y el factor humano de la divinidad

“Cuando la humanidad reza, lo hace no por adoración, sino porque entiende que es necesario para proteger el mundo.”

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Asura’s Wrath es un ambicioso juego de acción. Se encuentra dentro de los juegos con estilo anime y está dividido en episodios, incluso tiene esos parones comerciales en los momentos más dramáticos. Por los estándares de la mayoría de los juegos, no es muy interactivo. Hay una cut scene, unos pocos quick-time events dentro de esta, una pelea corta y el ciclo se repite. En otras palabras, pasarás la mayor parte del tiempo viendo el juego. Pero eso está bien, porque Asura’s Wrath tiene mucho que decir y lo transmite como una poderosa crítica a las creencias religiosas y el concepto entero de la fe misma.

Asura’s Wrath cuestiona las razones principales detrás del culto religioso. Sostiene que cualquier mito religioso es tan maleable que no puede ser tomado en su valor nominal. Detrás de cada mito hay una mente, y este puede estar motivado por cualquier tipo de valores. El juego nos presenta varios falsos seres divinos que son deshonestos, manipuladores, violentos y codiciosos, pero luego nos presenta un verdadero ser divino que es aún peor.

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Los falsos dioses

El juego comienza con una batalla espacial masiva. Las naves flotan alrededor del planeta, superando en número a las propias estrellas, esperando a que aparezca su enemigo. Una especie llamada Gohma aparece en varias formas que van desde lo familiar (monos gigantes, tortugas o peces) hasta lo más extraño (como pirámides voladoras). Cuando la batalla comienza, las naves humanas son aniquiladas con facilidad, pero los Ocho Guardianes Generales aparecen y le dan la vuelta a la tortilla. Son semidioses y vuelan sin trajes espaciales mientras golpean, cortan y patean a los Gohma en una exuberante y absurda muestra de fuerza. Los semidioses son claramente los seres más poderosos de este universo. Hasta la propia nave planeta Mama-Gohma es detruida de un puñetazo por nuestro héroe.

Pero, a pesar de todo su poder, no son tratados como dioses. El prólogo hace grandes esfuerzos para humanizarlos y mostrar la relación simbiótica que tienen con la humanidad.

Los generales sirven en el ejército del emperador, lo que significa que trabajan para un ser humano. No son reyes, son empleados. Empleados de alto rango, pero siguen sujetos a los caprichos y las leyes establecidas por el emperador que está por encima de ellos. Esta estructura de poder hace literal su meta moral de salvar al mundo. No luchan contra el Gohma por orgullo, luchan porque entienden que estos monstruos son una fuerza destructiva. Los Ocho Guardianes Generales son semidioses protectores, y, como todos los protectores, están sujetos a los deseos de aquellos a quienes protegen.

Esta idea se hace más literal con la introducción del concepto de oración en el juego. Una alta sacerdotisa guía al mundo en la oración en masa que da a los semidioses su poder. Sin la oración, los semidioses son inútiles. Son tan dependientes de la humanidad como la humanidad depende de ellos. Es un sistema de controles y equilibrios que obliga a los dos grupos a existir en pie de igualdad.

Lo más interesante de esta relación es que no hay mención de un creador. Los semidioses no crearon a los seres humanos, por lo que no sienten la necesidad de ser adorados por estos, ni los humanos sienten la necesidad de adorarlos. Cuando la humanidad ora, lo hace porque entiende que su ayuda es necesaria para proteger el mundo, nada más. Al eliminar el aspecto creador-creación, se humaniza a los semidioses a tal grado que los hace parecer menos divinos y más como humanos especiales, como los superhéroes, personas que por casualidad tienen poderes especiales y deciden usarlos para defender al resto del mundo de un mal especial.

El juego los humaniza aún más mostrando brevemente su vida fuera de la guerra. Asura está casado. Su hija es la alta sacerdotisa que dirige la oración en masa. Su esposa es la hermana de otro semidiós. Es una cultura insular, pero no es diferente a la nuestra. Ellos aman y discuten, se casan y se burlan como cualquier humano normal a pesar de que viven separados de la humanidad, como los dioses en el Monte Olimpo.

Pero este sistema simbiótico no dura. El líder de los semidioses decide rebelarse contra el Emperador porque este no se está tomando en serio la amenaza Gohma. Sin embargo, en lugar de usar su tremendo poder para asumir el poder, asesina al emperador y acusa a Asura del asesinato. Luego sube al poder como el nuevo Emperador, no como un dios.

Este es el momento clímax del prólogo, donde se muestra cuán débiles son los semidioses en realidad. Toman el control realizando un golpe de estado. A pesar de sus superpoderes, siguen siendo sólo engranajes en una máquina social, y no pueden romper esa máquina. A lo sumo sólo pueden inclinar el equilibrio de poder a su favor. Y cuando Asura se despierta cientos de años después, descubre un mundo en el que la sociedad ha sido redefinida para justificar este desequilibrio.

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Cuando la política se hace religión

Estos dos primeros episodios enfatizan la falibilidad de los semidioses. A pesar de sus títulos, no son divinos. Son más humanos que divinos. Durante la introducción al episodio tres, el juego nos cuenta la historia de Asura que fue contada a la humanidad: los Ocho Generales Guardianes protegieron al mundo hasta que uno, que era “negro de corazón”, se volvió contra ellos y mató a su emperador. La humanidad estaba triste, y justo cuando toda esperanza parecía perdida, los otros siete Generales Guardianes mataron al traidor.

“A partir de entonces, se conocieron como las Siete Deidades, y ellos fueron quienes vigilarían a los humanos desde los cielos”.

En este cuento, todavía no se menciona la creación, pero los semidioses se convierten en salvadores, transformándolo todo en una especie de mito recreativo. Los semidioses no crearon la humanidad, pero le dieron un nuevo contrato de vida. Esto los convierte en seres míticos merecedores de culto, un hecho que se pone de relieve por el cambio en su título. Pasaron de ser conocidos como Guardianes Generales a las Siete Deidades, de un término extravagante y puramente secular a un término explícitamente religioso, convirtiendo con éxito la política en religión.

El mito politeísta a menudo cuenta historias sobre la interacción de los dioses con seres humanos, pero en este caso las Siete Deidades han creado una religión politeísta con todas las políticas eliminadas a propósito. Como la historia fundamental de cualquier nueva religión, surge una construida cuidadosamente sobre una mentira.

Esto pone en tela de juicio todas las historias religiosas. A menudo se describe a los seres divinos como algo de una naturaleza que está más allá de la comprensión humana. La creencia es que debemos confiar en él / ellos simplemente porque son seres piadosos. Su posición de poder implica confiabilidad. Pero Asura’s Wrath advierte que cualquier religión que nos pide confiar ciegamente en cualquier ser divino podría muy bien basarse en elaboradas mentiras diseñadas para dar poder a esos seres divinos. Las Siete Deidades aprovechan al máximo este sistema de creencias ciegas, exigiendo algo más que la confianza y la adoración. También exigen sacrificios.

Poco después de que Asura se despierte de la muerte, ve una ciudad atacada por Gohma. Un ejército de semidioses viene al rescate, mata al Gohma, y ​​luego exige las almas de todos los habitantes del pueblo como compensación. La gente está encantada de complacerlos, ya que ven a los semidioses como protectores justos, no como un grupo de políticos que discuten sobre la mejor manera de cosechar la oración. El espectador (nosotros) está en una posición única que da a ver el fervor religioso de la gente.

En este punto, la historia posterior de los dos primeros episodios se vuelve especialmente importante. Sin ella, podríamos confundir esta nueva religión como algo brutal, pero no diferente a otras religiones brutales que buscan o exigen sacrificios similares. Las religiones son a menudo brutales en su moralidad, pero esto es diferente porque sabemos que había una vez un mundo en el que los semidioses y los humanos existían igualmente. No hay nada moral en este sacrificio, sólo manipulación. Mientras que los dioses griegos y nórdicos eran crueles a veces, las civilizaciones todavía les rezaban porque proporcionaban algo necesario. Estos semidioses no proporcionan nada necesario. Ellos salvan la ciudad de Gohma, pero luego exigen que los ciudadanos se sacrificen, haciendo que esa protección sea nula. Para hacer la situación aún más despreciable, vemos un sistema social que resulta en protección sin sacrificio y muerte.

Más tarde en el juego, los semidioses centrales son descritos por sus características definitorias, y estas características se leen como una lista de pecados: Ira, Orgullo, Lujuria, Pereza, Avaricia, Violencia, Vanidad y Melancolía. La humanidad adora a estos seres porque piensan que es necesario, pero en realidad están adorando el pecado por ignorancia de la verdad.

El Dios Verdadero

Hasta el final, Asura’s Wrath critica la creencia dogmática de que los seres divinos son dignos de adoración simplemente porque son divinos. Los semidioses simplemente están jugando a la política. Darles un crédito más allá de eso es locura. Sin embargo, lo dice sin tocar la historia más importante de cualquier creencia religiosa: la creación de la vida. Esa crítica se guarda para los episodios adicionales que se venden por separado como contenido descargable.

El acto de separar el final “real” del resto del juego es un agarre flagrante del dinero, pero que habla por la naturaleza de la revelación dentro de este contenido. Aprendemos la verdad del universo. Todo lo que sucedió fue guiado por el Dios Verdadero, el que creó toda la vida en el planeta de humanos, semidioses y Gohma. Aprendemos que los Gohma fueron creados como una prueba. Quienquiera que pudiera matar al último monstruo Gohma que engendró a todos los demás sería promovido a la divinidad. Él o ella se convertiría en el heredero del planeta, capaz de rehacerlo como mejor le parezca y con potestad de guiar a sus nuevas civilizaciones.

Esta revelación está reservada sólo para Asura, ya que él es el único personaje que ha demostrado ser digno de esta información, de acuerdo con el Dios Verdadero. Al ocultar esta revelación detrás de un muro de pago, CAPCOM está tomando por sacrificio a los jugadores, actuando como rey juez que sólo da la verdad a aquellos que considera dignos (en este caso, la dignidad se determina por $15 en lugar de una pelea a muerte con un monstruo gigante). Por esta razón, es bastante catártico cuando Asura comienza a golpear al Dios Verdadero.

Pero aparte de esta “meta”, es interesante ver cómo cambia la naturaleza del juego de una clara religión politeísta a una retorcida religión monoteísta. Nos presenta una jerarquía divina que consiste en dos dioses “monoteístas”, y ninguno de ellos es muy respetable.

El Dios “Verdadero” es retratado como apático. Él creó todas las formas de vida y está implícito que él ha hecho esto antes en otros planetas, pero no quiere vigilar más su creación. En su lugar, establece un juego en el que sus creaciones luchan entre sí, sin saberlo, para determinar cuál de ellos llegará a ser el próximo Dios. Este es un giro perturbador en el mito de la creación porque estos siempre comienzan con buenas intenciones: o bien se destruye un mal y por medio de esa destrucción justa nace la vida o simplemente se crea la vida por el beneficio de ser creados. No hay nada inherentemente bueno en la creación de vida en Asura’s Wrath. Nacimos para luchar, nuestro creador no se preocupa por nosotros y preferiría delegar sus obligaciones a otros.

Desde un punto de vista humano, el juego cuestiona la importancia de un dios que no se da a conocer. El Dios Verdadero alaba a Asura varias veces por completar el camino, y cada vez que le ofrece su alabanza, Asura actúa como si fuera un cumplido increíble. Desde su punto de vista, lo es. Dios ofrece su alabanza a su creación. Pero Asura siempre acaba rechazando la alabanza, generalmente con violencia, porque desde su punto de vista, es un elogio sin sentido de un extraño que aparece de la nada. El juego pregunta: ¿es la alabanza de Dios importante si no sabes quién es? En este caso, la indiferencia del Verdadero Dios hacia el hombre es reflejada por la indiferencia de Asura hacia el Dios Verdadero.

El dios menor, el que es promovido a una posición de divinidad, sería visto como un verdadero dios monoteísta por cualquier vida que crease, pero sabemos que esto es sólo otra mentira. Asura no es un creador de vida, ni lo será jamás, lo que pone en duda todo el proceso de audición para la divinidad. En el transcurso del juego llegamos a conocer bien a Asura, y aunque tiene un lado humilde, en su mayoría se define por su ira, su pecado. Esta es la fuente de su fuerza. Asura gana gracias a su ira pecaminosa. Su posición no es indicativa de su moralidad. Su promoción no lo hace digno de adoración ni de respeto.

Esta es la moraleja que Asura’s Wrath trata de impulsar en cada episodio: el poder no es igual a la moralidad. Las Siete Deidades convirtieron una relación simbiótica en una relación de sacrificio, el semidiós que literalmente se vuelve loco de rabia se considera digno de gobernar toda la vida en este mundo, y el ser divino detrás de todo no puede esperar a terminar este juego y seguir adelante. Al siguiente planeta. Todos son poderosos, pero ninguno de ellos es respetable.

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